Cuando un bebé nace antes de las 37 semanas de gestación se le denomina “prematuro”, y lo llevan a la Unidad de Cuidados Intensivos Neonatales, UCIN o Neonatología, donde recibirá los cuidados de un equipo de expertos durante las 24 horas del día. El tiempo que permanezca allí dependerá de su estado de salud. Algunos bebés solo están unos pocos días, otros necesitan estar semanas o meses.
Los padres pueden pasar todo el tiempo que quieran con sus hijos en la Neonatología. Es normal que te sientas angustiada al ingresar por primera vez, por todos los equipos médicos que se ven, y esos pequeñísimos bebés en cajitas transparentes. Te explicaré para que sirven todos esos aparatos, y así te puedas ir familiarizando:
- Calentadores neonatales: son pequeñas cunas que tienen unos calefactores para ayudar al bebé a mantenerse abrigado. Son abiertas y te permiten acceder fácilmente a tu hijo.
- Incubadoras: son cunas rodeadas de paredes transparentes, con temperatura interior controlada. Tienen unos orificios en los costados, para que puedas acceder a tu hijo.
- Monitores: Son las pantallas que registran los signos vitales de tu bebé. Pequeños adhesivos sobre el pecho del bebé son los que registran la frecuencia cardiaca y respiratoria. Un dispositivo con una luz roja ubicado en el dedo de la mano o el pie, mide la concentración de oxígeno en la sangre.
- Sondas de alimentación: la mayoría de los prematuros no pueden mamar ni succionar de una mamadera. Algunos lo logran, pero necesitan más calorías para crecer. Por eso los alimentan a través de sondas, ya sea con leche materna o de fórmula. La sonda se introduce en la boca o la nariz y le llega hasta el estómago.
- Vías intravenosas: un catéter intravenoso que se inserta en una vena para administrar los medicamentos y líquido al bebé.
- Respiradores: algunos prematuros necesitan ayuda adicional para respirar. Un bebé se conecta a un respirador mecánico a través de un tubo que se introduce en la tráquea por la boca o la nariz.
- Campana de oxígeno o cánula nasal: los bebés que pueden respirar por sí mismos pueden requerir oxígeno a través de un tubo de plástico colocado dentro de la nariz (llamado cánula nasal) o bien a partir de una campana que les cuelga sobre la cabeza.
Ahora para continuar, vamos a diferenciar a un bebé muy prematuro ( el que nace antes de la semana 32, o con un peso inferior a 1.500 gr.) de un prematuro moderado que puede respirar por sus propios medios y que simplemente necesita calor, alimento y tiempo para crecer. En este caso lo ideal sería que la madre cargara con él todo el tiempo. Entiendo que en muchas Neonatologías esto no siempre es sugerido ni facilitado. Sin embargo, la actitud y el deseo de cada madre es importante. Usualmente estos bebés no tienen fuerzas para succionar, y hay que alimentarlos por sonda. Para que aprenda a succionar hay que estimularlo, y el mejor estímulo es estar pegado al cuerpo materno, oliendo a su madre y sintiendo los latidos de su corazón. Además, las madres experimentando la cercanía con el bebé, también logramos estimularnos, y entre el sacaleches y la presencia del recién nacido, lograremos producir esa leche tan necesaria en esta etapa. La cercanía corporal permanente siempre será para ambos la herramienta más eficaz para que los días en la neonatología sean lo menos traumático posible, y para regresar a casa cuanto antes.
Si el bebé es muy prematuro o prematuro extremo, ha nacido con alguna enfermedad, o es necesario realizarle una intervención quirúrgica, las cosas se complican un poco. Muchos de estos bebés están conectados a respiradores, por lo que el contacto piel a piel con la madre se ve seriamente comprometido. Además, en estos casos el bebé suele ser tocado en situaciones desagradables, como pinchazos o procedimientos médicos. En estas circunstancias, todo lo que esté a tu alcance para aminorar su sufrimiento será de vital importancia para tu bebé:
- Permanece a su lado todo el tiempo que los profesionales médicos te lo permitan.
- Tócalo y acarícialo todo el tiempo, aunque esté en la incubadora. Que sienta que estas ahí.
- Cántale dulcemente.
- Cuéntale con palabras sencillas la situación, qué procedimientos le harán, los nombres de las enfermeras, qué pasa con los hermanos que lo están esperando… Tu bebe necesita esas palabras y el amor de su madre para fortalecerse. Necesita tener motivos para crecer, desarrollarse, ganar peso y salud.
La presencia de la madre: Un bebé siempre encuentra la forma de comunicarse, siempre y cuando la madre sea una buena interlocutora. Una madre que está en profunda conexión con su hijo, sabe qué le ocurre, qué necesita, cómo se siente, y podrá transmitírselo a los profesionales que se ocupan de los cuidados médicos. No delegues esa comunicación sutil en los profesionales. Ellos cumplen con su tarea, pero el vínculo amoroso tendrás que instalarlo tú, sobre todo en una situación tan adversa, porque tu eres todo lo que tu hijo tiene por el momento.
El trato con los profesionales: Durante el tiempo que permaneces en la neonatología vivirás situaciones muy diversas. Muchas veces los padres delegan toda la responsabilidad en el personal médico, y eso no es justo. Los médicos y enfermeras pueden tomar decisiones respecto a la salud del bebé, pero el vínculo amoroso y la conexión depende de los padres. Muchas veces pasa exactamente lo contrario: los médicos no nos permiten el acceso libre para relacionarnos con nuestro hijo, y son muchas las trabas en el funcionamiento del servicio de neonatología. En esos casos, busquemos la forma de solidarizar con ellos, conversando y siendo respetuosas, de tal modo que ellos puedan empatizar con nosotras. Eso dará mejores resultados que las luchas de poder que no benefician a nadie, y mucho menos al bebé que necesita sanar y crecer.
El difícil regreso a casa: Cuando llegue el día en que regreses a casa con tu hijo, tendrás que recuperar todo el tiempo perdido: Tenlo en brazos el mayor tiempo posible, no lo dejes nunca solo, que te sienta, se está recién adaptado al silencio y al aislamiento. Necesita un tiempo para darse cuenta, que ahora sí ha llegado la hora del placer. Entiendo que llegar a casa con un bebé que ha estado mucho tiempo internado en neonatología, no deja de ser complejo. Primero porque estamos acostumbradas a que unas manos expertas se ocupen de él. Las madres nos sentimos inseguras, y con miedo. Creemos que nuestro hijo es especialmente frágil y le puede pasar algo. Sin embargo, si el bebé ha vuelto a casa es porque está en condiciones de vivir bajo nuestro cuidado. Esperemos que se dé cuenta de que ahora puede llorar porque tiene quien acuda a calmarlo. Además, es importante que estés consiente que un bebé que nació antes de lo que “le tocaba” nace con una gran desventaja: necesita más tiempo de útero. Y ese tiempo uterino que le faltó, es el que debemos intentar reemplazar artificialmente. Para lograrlo podemos brindarle contención con la ayuda de diferentes artículos que le aporten la sensación que tenia en el útero: las camisetas para practicar el método canguro, los baby nidos, los pulpos tejidos cuyos tentáculos simulan el cordón umbilical, los baños en las tinas simuladoras del útero materno, etc.